lunes, 9 de noviembre de 2015

Ruta a La Penumbra VI

Una vez llegamos a casa de Plata, esperé a que entrasen en la casa para poder salir del maletero, con la mala suerte de que al apoyar un pie en el suelo resbalé y me caí, haciendo más ruido del que habría deseado.

De pronto, oí pasos y al mirar debajo del coche, vi que alguien corría hacia donde yo estaba e instintivamente asomé una pierna por la esquina del coche, con tal de que fuese quien fuese tropezara. Resultó ser Zinc.
Mi artimaña tuvo éxito, así que me abalancé sobre él y le dí un puñetazo en la cara. Pero Zinc también era fuerte e hizo que rodáramos, quedando encima de mi.

Me tenía inmovilizado, pero cometió el error de soltarme un brazo para coger su pistola y en ese momento le propine un fuerte cabezazo, haciéndole retroceder cayendo de espaldas.

Zinc estaba aturdido, mascullando y con una mano en su nariz ensangrentada.
Con un puntapié, la pistola voló de su mano hasta quedar bajo el coche. Hizo ademán de levantarse, pero rápidamente puse un pie sobre su cuello y empecé a hacer presión.
Entre gruñidos y respiración entrecortada, agarró con fuerza mi pierna tratando de liberarse, pero mi pierna era una roca y presionaba cada vez más.
Cuando cedí todo mi peso sobre su cuello, éste crujió. Zinc había muerto.

No había tiempo que perder, debía ayudar a Kaori.
Vi que la puerta de la casa estaba cerrada, así que me asomé a la ventana que daba al salón, donde estaban Kaori y Plata.
Era la primera vez que le veía al completo. Plata era una mole de piedra de dos metros de altura y daba la sensación de estar bien musculado. Kaori fue inteligente al no mandarme a enfrentar a semejante ogro, pues no hubiera podido con él.
Cuando ella miró hacia la ventana, me sonrió. Plata pareció percatarse de ello y según se giró a mirar me agaché. A los pocos segundos, oí que algo se desplomaba.

Las luces de la casa se apagaron y Kaori salió por la puerta.
  
  - Jung, vámonos - dijo en voz baja.

Como llevaba sus guantes, Kaori cerró el maletero del coche y con todo en orden y la calle en silencio , rodeamos la casa, tomando una ruta distinta a la que habíamos usado para venir en coche.


Llevábamos un buen tramo andado y todavía no articulábamos palabra alguna. Como me encontraba más calmado, decidí romper el hielo.
  - Kaori... ¿Por qué...
  - No Jung. No quiero hablar de eso. Ahora soy libre - me espetó.
  - Pero tranquila, que era algo bueno - me sentía rechazado sin motivo.

Deduje que se refería a todo lo ocurrido esa noche y volví a intentarlo de manera más directa.

  - ¿Por qué me provocaste para que te siguiera?
  - ¿Te refieres a cuando me perseguiste hasta el callejón? - asentí y se ruborizó - No se me ocurrió otra forma de acercarme a ti.
  - Pero ¿Desde cuando te gusto? ¿De qué me conoces? Es lo que no entiendo.
  - Hace medio año. Un día que tenía la noche libre, salí de fiesta con unas compañeras del club y por cambiar de aires, fuimos a la zona donde vas con tu gente. Entonces al pasar frente a un bar, te vi apoyado en una pared, fumando.
  - Si, lo hago con frecuencia, cuando me canso del bullicio - reconocí.
  - Me quede mirándote un buen rato, pero tú no me prestabas atención.
  - ¿Como? Imposible - negué entre risas.
  - Tampoco es de extrañar. Iba muy discreta, ademas parecías bastante... borracho.
  - Ya, bueno - estaba avergonzado - y ¿Por qué no te acercaste inventando alguna excusa?
  - No me atrevía, estaba bloqueada - ruborizada, me quitó la mirada.
  - Me sorprende esa timidez. Te veías muy segura, bailando en la barra ante tantos hombres.
  - Porque ese es mi mundo, ahí nadie me va a juzgar. Fuera de un club, una bailarina como yo es vista como una zorra y eso me causa mucha inseguridad.
  - Pues yo no pienso así - le corté seriamente.
  - ¿No? Sorpréndeme - se puso delante mio.
  - Eres... una dama del pecado. Pecado por hecho, pecado de cuerpo y al pecado incitas - me acerqué mas a ella.
  - Es muy erótico - nos besamos.

Después de ese receso amoroso, seguimos caminando hasta llegar a un puente, bajo el cual pasa un rio que divide la ciudad en dos. A mitad del puente, nos sentamos en el bordillo y sin previo aviso, Kaori tiró la pistola de Xenón al agua.

  - Nunca pensé que esta cloaca de orines y basura, sirviera para algo - dijo burlona.
  - A mi el oír correr el agua me relaja - saqué del bolsillo un paquete de cigarrillos y le ofrecí uno - para la próxima vez te encuentres conmigo, pedirme tabaco es la mejor manera de entablar conversación conmigo - le guiñé el ojo.
  - Lo tendré en cuenta ¡jajaja!
  - Por cierto. Después de aquella noche ¿Como supiste de mi?
  - ¿Recuerdas la calle donde nos conocimos? - asentí - Pues aunque no la frecuento mucho, siempre que pasaba por ahí, te veía. Entonces observaba tus gestos, tu semblante, con quien ibas o sitios a los que entrabas.
  - Lo tuyo si que es moverse en las sombras.
  - ¿Que querías que hiciera? Vivimos en ambientes distintos y no tenemos conocidos en común.
  - Eso es verdad. Y ¿Como es que esta mañana te has decidido a acercarte a mi?
  - Enfrentándome a mis miedos por ti - le brillaban los ojos.
  - Pues ya has visto que no muerdo - bromeé - bueno, creo que será mejor seguir, porque viendo donde estamos, me queda bastante para llegar a casa.

Tras cruzar el puente y andar tres manzanas, Kaori paró para despedirse.

  - Bueno Jung, aquí nos separamos.
  - Pero espera ¿No se te olvida algo?
  - Ah si - sacó de su bolso un bolígrafo - dame tu brazo - y me apuntó su teléfono. Yo hice lo mismo y nos dimos un ultimo beso.
  - Te quiero - me despedí.
  - Yo también. Te llamaré mañana - dijo al alejarse.
  - Estaré atento entonces.


Por un lado. El romanticismo de ese paseo era surrealista, cuando eramos conscientes de lo que habíamos hecho una hora antes. Me siento un poco frío al recordarlo. Pero por otro lado sé, que sin esa frialdad con la que actuó Kaori, no hubiéramos podido llevar a cabo nuestro plan y ella no sería libre.

martes, 27 de octubre de 2015

Ruta a La Penumbra V: Frialdad

La puerta del patio se abrió. Rápidamente, nos situamos cada uno en una ventana, para ver quién era y si iba acompañado.
Era Xenón, linterna en mano y armado con una pistola.
Pasó de largo, prestando atención únicamente a los montones de cajas, hasta que se detuvo a mirar con más detalle, las que se habían roto.

Ahí vi una oportunidad de actuar, pues mi ventana estaba a espaldas suyo. Cogí un cenicero de cristal, de una mesilla que había a mi lado y corrí lentamente la cortina.
Xenón estaba agachado, así que le lancé el cenicero sin pensármelo dos veces y éste estalló en su cabeza, dejándolo inconsciente en el acto.

  - Veo que estás cogiéndole el gusto, a eso de moverte en las sombras - dijo Kaori, sonriendo maliciosa y acercándose a mi.
  - Prefiero abreviar y llamarlo sigilo - contesté en tono grave, exaltado por mi hazaña.
  - Que masculino te has vuelto de pronto - se me echó al cuello - serias un buen mafioso.
  - ¿En serio?
  - Yo me dejaría someter por ti.

Me vi tentado de arrancarle la ropa y hacerla mía, pero no era el momento. Estábamos en serios problemas. 
  
  - Continuaremos con esto en otra ocasión - le tapé la boca - tenemos que salir de aquí.
  - Deja que me cambie, no tardaré. 
  - Pues si, a fin de cuentas, es lo que ibas a hacer ¿No? - sonreí cómplice - Además, ese Plata se extrañara de que tardes tanto y seguramente venga. Así que mejor, salgo al patio a vigilar la puerta.
  - Como tú digas jefe - contestó Kaori muy pícara.

Me quedé un buen rato, observando el exterior a través de una verja.
Estaba a salvo de todas las miradas, puesto que a excepción de la puerta, buena parte de la verja estaba cubierta, por una especie de telar decorativo. Supuse, que para no desentonar con el resto del edificio.

No había ni un alma por la calle y estaba empezando a aburrirme, cuando de repente, Zinc salió por la entrada principal. Entonces fue hasta una esquina del edificio de enfrente y se paró junto a un coche.
Iba a contárselo a Kaori, cuando me giro y la veo parada, al lado del cuerpo de Xenón, con la pistola de éste en la mano.

  - Que precavido es poniéndole silenciador y que afortunada soy de que así sea.

Apuntó y le disparó en la cabeza.
Estaba en shock, pero ella no mostraba ninguna emoción.
  
  - Kaori - me puse serio - ¿Eres consciente de lo que has hecho?
  - Si... pero no tenía otra opción. Tienes que pensar, que no solo he sido el objeto sexual de Plata. En ese cuarto, también se hablaba de narcotráfico, estando yo presente. De modo que si quisieran callarme, matarme es la mejor solución. Yo solo les he adelantado.
  - No te olvides de Plata y Zinc. Pueden aparecer en cualquier momento.
  - Lo se y por eso hay que actuar con rapidez. No puedo desperdiciar esta oportunidad - bajó la mirada, dubitativa - ¿Me ayudarás?
  - ¿Como? - entonces caí en la cuenta - Vas a matar a los otros dos también.
  - No puedo hacerlo sola Jung.

Por un momento, se me vino el mundo encima. No había asimilado lo que acababa de ocurrir y ahora ella me pedía esto.
Pero ya no podía dar marcha atrás, pues era cómplice de asesinato. Tenía que afrontarlo.

  - Bueno - respiré hondo - es duro admitirlo, pero ya he metido la cabeza en esto.
  - Y me siento culpable.
  - Los dos lo somos, por eso - puse las manos en sus hombros - si nos tenemos que hundir, hagámoslo juntos.
  - Oh gracias - me abrazó.
  - Y ya vámonos, no perdamos tiempo. Acabo de ver salir a Zinc.

De camino a la puerta me acordé de Xenón.

  - A todo esto, Kaori - la detuve y se giró - ¿Lo vamos a dejar así? - señalé el cadáver.
  - Es mejor dejarlo como está. No hemos llegado a tocarle, así que no hay huellas, ni restos - hizo una pausa - a propósito ¿No has tocado nada verdad?
  - Solo el cenicero y esta hecho añicos.
  - Vale, porque es fundamental. Yo llevo mis guantes, así que déjame hacer a mi ¿Entendido?

Asentí con la cabeza, me helaba con la mirada.

  - Ese es el coche de Plata - dijo Kaori al llegar a la verja - escúchame. Aquí no podremos hacer nada, sería un escándalo.
  - Entonces ¿Cual es tu plan?
  - Según se cierre el club, Plata me llevará a su casa, que está en las afueras.
  - ¿Y yo?
  - Tú irás en el maletero.
  - Si claro y ¿Como me meto sin que me vea?
  - Rodeando ese edificio - señaló al frente - entonces irás a parar justo detrás del coche.
  - Si no recuerdo mal. Al otro lado, lo que hay son pubs que hoy no abren.
  - Exacto y a la derecha hay un descampado enorme. Ahora está muy oscuro, no te verá nadie.
  - Es perfecto, déjamelo a mi - dije excitado.

De la emoción, se me estaba olvidando lo más importe. Entonces me dí cuenta.

  - No es por desanimarte pero ¿Has pensado qué haremos al llegar allí? Van armados.
  - No te pongas nervioso aún - abrió su bolso y vi la pistola de Xenón.
  - Si. Y ¿Qué mas?
  - Les separaremos. Cuando entre a la casa con ellos, me inventaré alguna excusa para espantar a Zinc y que salga a fuera. Entonces tú, ya estarás preparado para pillarlo por sorpresa.
  - Iré con la puerta entreabierta, será más práctico - dije con ironía - por cierto ¿Tú qué harás?
  - Plata es cosa mía - volvió esa mirada fría - y ya basta de hablar, nos van a oír.

Esperamos un rato, a que la calle estuviera despejada.
En cuanto Zinc se distrajo, Kaori me abrió la puerta y fui corriendo hacia el edificio de enfrente.
Haciéndome pasar por borracho, tuve que sortear a un grupo de gente, que pasó cerca mi. No quería levantar la mínima sospecha y me pareció lo más convincente.

Cuando tuve el coche a la vista, vi que Zinc dejaba sola a Kaori e iba hacia el club. Entonces ella me hizo un gesto y me acerqué.

  - Deprisa, al maletero - me apremió - esta abierto.
  - ¿Así de fácil?
  - Ahora no te lo puedo explicar, no hay tiempo - asentí - y recuerda lo que planeamos.

Desde dentro, solo alcancé a oír a Plata y Zinc subir al coche. El resto eran murmullos y el ruido del motor. Así que me relajé y esperé pacientemente mi turno.

viernes, 23 de octubre de 2015

Ruta a La Penumbra IV

Cuando salí a la calle, me topé con otro tipo trajeado, igual que el otro, que parecía estar haciendo guardia a ese lado del edificio.
  - Buenas noches - saludó fríamente.
  - Buenas noches - saludé en el mismo tono y se dio la vuelta para seguir su ronda.

Estando de frente al local, me fijé en que a la derecha de la puerta de entrada, casi llegando a la esquina, había otra un poco más grande con candado, que por lo poco que dejaba entrever una verja, daba a una especie de patio trasero. Por su situación, estaba al lado del reservado de Kaori.
Pero claro, habría sido una necedad intentar forzar el candado, con aquel tipo rodando, así que fui hasta la esquina y giré para poder ver la otra cara del patio.

Sin embargo, ese lado estaba tapado por un muro, que duplicaba mi estatura. Tuve la suerte, de que había un contenedor, que sumando a ojo su altura y la mía, vi factible el usarlo para trepar el muro. No fue fácil, ya que necesité dos intentos para saltar y agarrarme al borde, ademas de hacer una fuerza inhumana con mis brazos para subir.

Ya en lo alto, eché un vistazo al patio. Aquel sitio era un desorden de cajas, mesas, bebidas y otras cosas que no logré identificar, pero encontré lo que buscaba. Vi claramente, dos ventanas iluminadas y por donde estaban, deduje que eran del cuarto de Kaori.

Ahora venía lo difícil, que era bajar del muro sin hacer un escándalo.
Como estaba muy oscuro, con la luz del teléfono móvil busqué el montón de cajas idóneo, para una caída lo más insonora posible. Una vez lo encontré, me agaché y cuando estaba colgando del borde, recé todas las oraciones que sabía y me dejé caer de pie.
Afortunadamente, no había tanta altura como creía, pero al hacer un último salto, la caja sobre la que caí se astilló y del ruido que hizo, me entró pánico y corrí a esconderme bajo una mesa, sobre la que estaba una de las ventanas.

Cuando parecía que nada iba a pasar, oí abrirse la ventana.
  - Ummm - gruñó una voz de hombre - seguramente haya ratas, esto esta hecho un estercolero - por el reflejo de la luz, vi como corría la cortina.

Del alivio, exhalé como si me diese placer.

  - Zinc me ha comentado que un hombre ha intentado entrar - dijo el hombre.
  - ¿Y qué? - Contestó Kaori.
  - ¿Como que “y qué”? Ese tipo ha dicho que te conoce - reclamó él alzando la voz.
  - Puede ser cualquiera Plata - replicó asqueada - no sería la primera vez que un borracho trata de acosarme. - ¿Estas segura Kaori? Tengo muy poca paciencia - insistió Plata en tono amenazante.
  - Plata ¿Por qué no te largas y me dejas en paz? Eres un pes... - se oyó una sonora bofetada.
  - Ten mucho cuidado zorrita, puedo arruinarte la vida y lo sabes - amenazó Plata - y ya ve a cambiarte, te espero en la barra - oí cerrarse una puerta.
  - Desgraciado - le insultó Kaori ya a solas.
  - De modo que esta es tu vida - dije.
  - ¡Jung! ¿Que haces ahí? - entonces corrió la cortina.
  - No me ha quedado mas remedio - salí de mi escondite - en el pasillo, el tal Zinc ese no me ha dejado pasar y en la entrada había otro tipo vigilando.
  - Si, Xenón - me confirmó ella.
  - Plata, Zinc, Xenón ¿También están Plomo y Mercurio? - dije riéndome.
  - ¡No seas infantil! - me espeto golpeando el marco de la ventana - Son... son mafiosos Jung - estaba tan nerviosa que se puso a llorar - usan nombres de químicos para ocultar su identidad.
  - Tranquilízate... Kaori - dije para calmarla y la abracé.

Fue maravilloso volver a sentirla, tocarla. Pues aún en la tristeza, se sentía ardiente.

  - Ese hombre... Plata, esta obsesionado conmigo. Lleva un mes viniendo a este local, a vender su droga y todo ese tiempo, ha estado acosándome, amenazando a otros hombres que se acercan a mi y... forzándome... a tener sexo con él.
  - ¿Como? - Reaccioné lleno de ira.
  - Lo peor, es que al principio... me obligaba... apuntándome con una pistola.
  - Pero... ¡Dios! - La miré de arriba a abajo, buscando alguna marca o herida.
  - No, tranquilo - me acarició la cara - nunca ha llegado a dispararme.
  - ¿Y el dueño de este sitio permite todo esto?
  - El dueño esta comprado y amenazado. Siempre ha velado por mi, los tres años que llevo aquí trabajando de bailarina y camarera. Ahora no puede hacer nada.

De repente, dos cajas del montón sobre el que salté para bajar, cedieron, con lo que se cayeron y rompieron, formando un gran estruendo.
Kaori y yo nos miramos horrorizados, pues al momento, oímos que alguien se acercaba a la puerta del patio. Rápidamente, me metí por la ventana, corrimos la cortina y nos agachamos para escondernos. Llegado este punto, ya no había marcha atrás, pero estábamos juntos y eso nos daba fuerza.