Me vestí con mis mejores galas, dentro de mi limitado repertorio y me puse en marcha.
Para alguien que buscaba la soledad, quizá no era el día oportuno, pues pese a que no ser sábado, se veía mucha gente. Quería evitar los locales que frecuentaba con mis amigos y sobre todo, encontrarme con Hana, eso sería catastrófico. De modo que tomé una ruta alternativa, que me llevó por lugares de ambiente más... oscuro por así decirlo. Normalmente, no reparo en este tipo de sitios, pero hubo uno que llamó mi atención.
Al pasar frente a la ventana de un local, me quedé embobado observando la figura de una mujer, que bailaba sobre una barra. Me fascinó tanto que decidí entrar.
Una vez dentro, pude verla más de cerca. Se movía sugerente, provocativa. Sin embargo, a medida que deslizaba mi mirada sobre su cuerpo, me iba resultando mas familiar. Según se dio la vuelta y le vi la cara, quedé atónito. Era ella.
Por un momento, me miró y palideció. Sonreí levemente y le guiñé el ojo. Siguió bailando, pero sin quitarme la vista de encima, como si danzase para mi. Era embriagador, pues el fuego que apagamos horas antes al separarnos, resurgió de las cenizas.
Pero aquello se acabó cuando bajó de la barra entre silbidos y aplausos.
- ¡Bravo Kaori eres única! - Gritaban unos hombres detrás de mi.
De modo que ese era su nombre. Un nombre precioso, pero debía centrarme y encontrar la forma de hablar con ella. La seguí abriéndome paso entre la gente, hasta que giró hacia un pasillo, que había cerca de la puerta de entrada. Traté de ir tras ella, pero me cortó el paso un tipo trajeado, con la cabeza rapada y me detuvo.
- Por aquí no puedes pasar - dijo firmemente - aquello es un reservado - hizo una seña a la puerta del fondo del pasillo.
- Pero la conozco, tengo que hablar con ella - insistí.
- ¡Je! Que inteligente - se rió con ironía - la conoces tú y los cuatrocientos borrachos que hay en la sala - apreté los dientes - ya en serio, hazme caso. Es mejor no hacer enfadar al jefe - dijo en tono más sereno y amistoso.
No me pareció que actuase con mala fe, así que le seguí la corriente y me dí la vuelta. Tenía que buscar un modo de acercarme a Kaori sin llamar la atención, pero estaba tan alterado, que salí a la calle a tomar el aire y pensar con más calma, la estrategia a seguir.
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